Un diario tiende a crear a la persona en lugar de que la persona crea al diario. Esto se debe a que es durante la reflexión cuando descubrimos lo que pensamos y lo que sabemos sobre nosotros mismos.
Escribir un diario construye una vida desde el exterior y no tiene por qué estar basado en un determinado plan. El acto en sí es suficiente y sirve para acercarnos a aquello que nos parece interesante o notable. Ya sea por la noche, cuando las cosas están tranquilas, o a cualquier hora entre el bullicio del día. Podemos llegar a encontrarnos más interesantes, o descubrir que realmente somos tan insoportables como pensábamos.
Reflexionar sobre nuestras experiencias nos da un punto de vista para comprender qué nos agrada, quién nos agrada y por qué nos agradan estas cosas. La necesidad del pensamiento da color a nuestro mundo, a nuestra vida; sabemos cuáles son nuestros intereses, lo que llama nuestra atención. Si optamos por escribirlo, estamos formando una relación con nosotros mismos que podremos recordar.